Brañas de Vilforcos
Este mes de noviembre hemos tenido que retrasar una semana el Trekking Familiar por lluvia. Así que el tercer domingo nos hemos ido hasta Rioscuro. Solo nos reunimos cinco personas. Los exámenes de los chicos han hecho mella. El día está aquí despejado con algunas nubes. El recorrido sigue una pista forestal amplia hasta nuestro destino.
El camino empieza con una pendiente bastante fuerte. Pronto entramos en una zona de bosque de robles. El camino se llena de hojas caídas.
En ocasiones encontramos otro tipo de árboles: abedules, acebos… Incluso encontramos moras maduras que se pueden comer. El camino sigue hacia arriba con una pendiente importante. Ya en una zona bastante alta tenemos unas vistas muy chulas de cumbres y pueblos cercanos.
En la zona más alta encontramos un desvío que nos llevaría hasta el alto del Cuetonidio, el pico que preside la población de Villablino. El camino sigue hacia nuestro destino en ligera pendiente hacia abajo.
En esta zona el recorrido se hace mucho más llevadero. A nuestra izquierda tenemos el valle por el que discurre el arroyo Barroso. Al otro lado un bosque con tonos otoñales muy sugerentes.
Pronto llegamos a las Brañas de Vilforcos. Forman un poblado extraño. Conviven construcciones de piedra en ruina absoluta con casas de reciente construcción y magnífica presencia. Incluso encontramos un huerto y un invernadero. Pero todo vacío, no hay nadie. Es curioso ver unas construcciones en tan buen estado tan alejadas de poblaciones.
Buscamos un lugar plano, aquí todo está en cuesta, y nos tomamos allí nuestros bocadillos. Algunos aprovechan el momento de tranquilidad, y que vamos bien de tiempo, para echarse una buena siesta. Nadie se molesta por algún ronquido.
A primera hora de la tarde emprendemos el camino de vuelta por el mismo recorrido. Una ligera pendiente al principio, pero después el camino baja fuertemente.
De vez en cuando paramos para contemplar un paisaje, un árbol curioso, un arroyo que desciende rumoroso.
El tramo final se hace algo cansado por la fuerte pendiente. Las bajadas también cansan. Teníamos intención de visitar el Castro de la Muela, un poblado astur y romano. Pero el cielo se está encapotando. Por el oeste se ven venir nubes de lluvia, incluso parece que está lloviendo a unos kilómetros de nosotros.
Por si acaso, tomamos la decisión de dejar el castro para otra ocasión y pasar, de vuelta, por el Santuario de Carrasconte. Llegamos a Rioscuro, tomamos los coches y llegamos a Carrasconte. La decisión se muestra acertada, porque empieza a llover. Nos tomamos un descanso en la cafetería que hay al lado del santuario y allí nos dejan la llave para visitarlo. En agosto se celebra aquí una romería multitudinaria con gente de las comarcas cercanas. Ahora podemos contemplar el santuario sin agobios, con calma.
A la salida comienza a caer una lluvia fuerte que nos acompañará durante casi todo el viaje de vuelta.